Procesando...


Corazón de armonías

Yo que anduve en tu vientre con mi forma
no puedo contra el nudo feroz de tu crepúsculo.
Las arañas del tiempo te reclaman,
madre,
como a la flor más tímida del mundo.

Voy mirando tu espalda laboriosa
doblarse mansamente hacia la tierra.
Y me doy cuenta, madre.
Y te das cuenta que a los dos nos duele
tu reposo fingido
tus recuerdos ahogados en el aire
la dolida presencia de las uvas
que me dicen adiós entre tus manos.

Estoy frente a tus ojos que miran y se opacan
con el triste reproche de una sombra cautiva.
Tus árboles, distantes,
han cruzado todas las palabras
con el velo de un follaje sin verde.
Así que te resguardo vestida de silencios.
Casi cielo y reposo, casi nadie.
Casi vientre y semilla, como madre.
Casi flores de sombra silenciosa
deshojando sus pliegues en la tarde.